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Politeísmo libre de condiciones  artículo de revista Altair
El panteón hindú tiene 30 millones de dioses, cada uno con un nombre, aspecto y poderes determinados. Este politeísmo desbocado es una de las singularidades que mas distancian al hinduismo de las otras grandes religiones del planeta. Pues tanto el cristianismo como el islam o el judaísmo solo aceptan a un dios. Además, el hinduismo carece de fundador o profetas, no pretende la conversión de los no creyentes, ni posee una doctrina única, sino que agrupa distintas creencias y prácticas, e incluso sus dioses varían de una región a otra. La columna que vertebra tanta diversidad es el dharma término que abarca tanto leyes morales como naturales que el fiel debe respetar para alcanzar sus metas personales.
Originado hace cuatro milenios, el hinduismo es hoy la religión mayoritaria de la India, profesada por más del 85% de la población. Es el producto de un largo proceso de evolución y asimilación, cuyos preceptos se recogen en obras con varios siglos- e incluso milenos- de antigüedad. Las escrituras más antiguas son los Vedas, transmitidos oralmente durante siglos, hasta que se transcribieron al sánscrito entre los 1000 a.C. y 500 d.C. de esos relatos nace el dios supremo, Brahma.
La estratificación de la sociedad aparece por primera vez en los Dharma Shastras y Dharma Shutras, transcritos en la misma época que los Vedas. Esos textos definen las cuatro categorías o varnas, que determinan los deberes y las restricciones sociales y religiosas de cada persona, incluidas las castas.
RITOS MUY ARRAIGADOS
El poblado panteón hindú se sustenta en tres obras esenciales: las Purana, un compendio de leyendas mitológicas; el Mahabharata epopeya de una saga de guerreros; y el Ramayana, la historia de Rama, la séptima reencarnación de Visnu. Aunque para conocer a los millones de deidades hindúes, no basta con leer esas leyendas, pues cada región populariza unos dioses frente a otros, organizando sus fiestas y ofrendas en función de preferencias y discriminaciones.
Sin embargo, los dioses principales son patrimonio de todo el país: Brahma (dios creador), que tiene cuatro brazos y cuatro cabezas, Vishnu (dios preservador) y Shiva (dios reproductor y destructor). Vishnu es el más venerado de la India, se le representa de color azul, tocando la flauta y sentado sobre una base de serpientes; ha bajado nueve veces a la Tierra con formas distintas. A Shiva se le reconoce por su tercer ojo en la frente y por el inconfundible tridente que sujeta entre sus manos


LA MORADA SIJ
Fronteriza con Pakistán es una tierra sagrada para la comunidad Sij, ya que acoge la ciudad santa de Amritsar y su legendario templo Dorado.
En Amritsar, el día empieza mucho antes de la salida del sol. Como mínimo, es así para aquellos sijs que se desplazan por la sinuosa trampa de la ciudad vieja hacia el Harimandir Sahib, también conocido como Templo Dorado. Si fuéramos uno de esos creyentes, cursaríamos a oscuras un dédalo de calles adormecidas, como se ha hacho desde hace siglos. No estaríamos solos: en contraste con el habitual bullicio de los bazares durante la hora punta, otras siluetas harían el mismo recorrido en silencio. Solo algún puesto de chai (té), tenuemente iluminado con un candil, rompería la penumbra para trasladarnos a una época lejana. Entrar en el Harimandir Sahib es penetrar en el corazón de la religión sij, si siguiéramos con nuestro peregrinaje imaginario, nos descalzaríamos antes de cruzar el umbral, cumpliríamos con las abluciones, compraríamos en algún tenderete una guirnalda de caléndulas como ofrenda y lentamente, descenderíamos  por unas escaleras de mármol. A la luz que precede al alba, la visión del complejo genera sensaciones muy diversas como cuando nos hallamos ante una realidad de la que hemos oído hablar, pero cuya experiencia nos supera. Acaso el descenso hasta el interior del recinto sea el resultado de haber visto por vez primera el Harimandir “flotando” en el gran estanque de plácidas aguas. La palabra que mejor lo define es quietud.
Lejos queda la sencilla estructura erigida por el cuarto guru sij, Ram Das: el Amrit Savowar (Estanque de Néctar), que dio
nombre a la ciudad (Amristar) y hasta la  originó. Aquí fue donde su sucesor, el guru Arjum, creó los dos pilares para la comunidad sij, el fermento religioso sobre el cual se proyecto la identidad de este pueblo: el Harimandir Sahib, que habría de transformarse en un centro de culto de vital importancia en el Punjab y en el principal aspecto externo de la espiritualidad sij; y el Âdi Granth o Guru Granth Sahib, texto sagrado y a la vez aspecto interno de esa misma espiritualidad.
CURACIONES LEGENDARIAS
A la historia del Amrit Sarovar y sus avatares cabe añadir la tradición oral relacionada con el sitio; no en vano, estamos en la India. Parece que Rajni, la hija de un Kardar (recaudador de impuestos), llegó con su marido enfermo de lepra y que éste, según la tradición, curó de tal terrible enfermedad después de tomar un baño. Cierto o no, el hecho atrajo al gurú Ram Das, quien, seducido por la belleza del enclave, lo convirtió en un centro de peregrinación.
Aún hoy, los peregrinos se bañan en el mismo lugar de la curación. Para la cultura sij, el agua es un elemento primordial. Igual que un espejo, el estanque cubre la parte central del recinto, rodeado por el Pakarma, hermoso pasaje de mármol blanco que lleva hasta el santuario principal. Éste, situado en el medio del lago, permanece unido con el Pakarma por un puente de unos sesenta metros de longitud. Aquí todo tiene su sentido: el Pakarma se recorre en el sentido de las agujas del reloj como una alegoría del camino hacia la liberación representada por el santuario envuelto por las aguas de un mundo temporal.
Cuando amanece, el sol brilla sobre la cúpula dorada del Harimandir Sahib, para ir descendiendo a la par que revela el esplendor de todo el edificio. A esas horas, centenares de peregrinos ya vieron, en un acto que transcurre cada día antes de que raye el alba, el traslado del gurú Grant Sahib al santuario principal para su lectura. A plena luz del día, el templo Dorado expresa un reto: su arquitectura dual aúna influencias hindúes y musulmanas en una metáfora de esa idea tan inherente a la religión sij de superar las diferencias religiosas.
En 1831, el naturalista y viajero francés Victor Jacquemont escribió sobre las numerosas batallas libradas en el último siglo por la posesión del templo. Siguiendo una macabra tradición, el último enfrentamiento tuvo lugar un siglo y medio después, en 1984, cuando un grupo de independistas sijs lo tomo como bastión e Indira Ganhi, entonces primera ministra de la India, ordeno intervenir a un ejército que entró a sangre y fuego en el recinto.
Hoy la situación en el Estado Indio del Punjab es de calma…no exenta de tensión política. La población la configuran dos grupos religiosos principales: los sijs, con el 62,9% de la población y los hindúes, con el 35,1%. A ambos hay que sumar una minoría musulmana.
A raíz de la partición de la India en 1947, la división del Punjab no tuvo en cuenta las aspiraciones de los sijs a una mayor autonomía o incluso a la independencia. Fruto de esa partición, surgieron la India y el Pakistán independientes. Se cree que 15 millones de personas cruzaron unas fronteras trazadas por dos comisiones bajo la supervisión de sir Cyril Radcliffe, un abogado londinense que nunca había pisado la India. Según algunos balances, el número de víctimas ascendió a un millón de muertos a raíz de los enfrentamientos entre comunidades.
UNA TIERRA CON CINCO RIOS
Esta ha sido una tierra codiciada por su situación estratégica. Persas, griegos, escitas, turcos, árabes,
mogoles o británicos dejaron tras de sí la impronta de un espíritu: el de una geografía fronteriza
LA RELIGION SIJ
La religión sij tiene como fundador a Guru Nânak (1469-1539). Nació en Talwandi- hoy, Punjab  pakistaní-, en el seno de una familia de tradición hindi, pero  después de una experiencia mística  a orillas del rio Vein, afirmo “No hay hindúes, no hay musulmanes. ¿Qué camino seguir? El camino de Dios”. Con esas palabras, expreso su voluntad de superar tensiones que ya existían entre las comunidades religiosas de aquella época.
Nânak se situó allende de las mismas, en un intento de acabar con las diferencias sociales y con la ritualidad en la que había la vida religiosa. Durante más de dos siglos, su enseñanza fue proseguida por los nueve gurús que lo sucedieron, recogiéndose su doctrina en el libro sagrado de la tradición sij, el llamado Guru Granth Sahib.
LA RECTITUD TERRENAL
Entre las principales creencias que aparecen en el libro sagrado, hay dos que destacan: el rechazo de la idea de casta y la absoluta unidad de Dios. El camino hacia Dios se abre a todos los miembros de la comunidad. Se trata de un camino interior. Que tiene como base la recta actitud del creyente en lo relacionado con la ética cotidiana. Por tanto, la religión sij, incorpora lo espiritual a lo mundano, a la vez que reivindica dicha espiritualidad en todos y cada uno de nosotros.
En su búsqueda de Dios, el discípulo (sij) aspira a liberarse (jiva- mukti) de la ley del karma, encuentra inspiración en la palabra (shabad) del Guru Granth Sahib y acude al templo (gurdawara), el espacio en el que una sucesión de lectores (granthi) recita y canta (Kirtan) los himnos de las escrituras a lo largo del día. En el contexto sij, la Palabra como tal –y como sonido en conjunción con la música- ejerce una fuerte influencia liberadora. No en vano. El Guru Granth Sahib se considera la encarnación de la Verdad (karta Purakh) transmitida a través de la Palabra



LA MARGINACION HISTORICA
La opción más pasible es que los gitanos europeos procedan de las grandes castas de músicos, herreros y animadores ambulantes al norte de la india-quizá también guerreros- un heterogéneo colectivo que, por diversos motivos, emigró hacia occidente hace mas de mil años
En el siglo X, esta atestiguada la presencia de gentes rom, kalem sinthi en Persia y Oriente Próximo. La lengua romaní también delata una larga estancia en Armenia. Luego, distintas oleadas entrarían en Europa. Durante el siglo XIV, ya estaban aposentados en Grecia, de donde los no gitanos derivaron su nombre-cigani (eslavo), zingari (italiano), tsigane (francés ), zigeuner (alemán), çingeneler (turco)-a raíz de su pretendida asociación con la secta herética de los adsinkani o athiganoi, que existió en el monte Athos en el siglo XI.

Posiblemente, las apelaciones gypsy (inglés) y gitano (español), que significan “egiptano”, derivan de la incorrecta creencia de que procedían de Egipto. Pero éstos son nombres dados por los no gitanos, ya que ellos han preferido apelaciones como roma( de dom), kalé (negro)o sinthi (de sinthi).
NOMADAS
Su llegada a Europa coincidió con las Cruzadas. Por su físico, su vestimenta, su lengua, su forma de vida y sus rituales y costumbres, fueron identificados como  “diferentes” y heréticos. Desde el punto de vista cristiano, eran paganos dados a la adivinación y la brujería; es decir, poseídos por fuerzas demoniacas. Esta creencia se reforzó con la peste bubónica que arraso a Europa a mediados del siglo XIV. Los grupos nómadas propagadores potenciales de la epidemia, fueron banco de las iras. Puesto que el gitano era trashumante y  no poseía propiedades- el verbo “poseer” no existe en lengua romaní- muchos recurrieron al hurto para sobrevivir. Todos esos factores han hecho del gitano europeo “el otro”, alguien marginal

RELIGIÓN MUSULMANA: EL ISLAM
Características generales
Mitos e ideales del Islam: Estirpe, Raza, Lengua, Nación
Por otro lado la justicia social y la lucha de clases
Conquistan en la guerra Santa Persia, perdiendo su independencia política y su religión nacional. Bizancio vacila y abandona sus mejores provincias comenzando por Palestina, cuna del cristianismo y luego Siria, Egipto y todo el norte de África. Cien años después de la muerte del Profeta han llevado el islam con la guerra santa a extenderse hasta Asia Central. Aunque el fundador del islam fuera analfabeto, muy pronto el islam se puso en contacto con otros países y ambientes de alta cultura en su doble corriente oriental y helenística, dando origen a la gran cultura y civilización islámica, que rivalizó con Occidente y hacia el año mil le superó en fervor intelectual, pujanza científica y refinamiento en la vida y en el arte.
VIDA TRADICIONAL DE ARABIA
El islamismo nació en el siglo VII en Arabia, y fue difundido por los árabes, pueblo con una lengua semejante al hebreo, no se conocen sus orígenes
DESCRIPCIÓN DE ARABIA
La parte costera y montañosa del sur de Arabia está orientada hacia Abisinia y la India. La separa del resto de la península un desmesurado desierto, totalmente vacío de población. La parte de arabia donde nació el islamismo es la central, el Hedjaz. Es en su mayor parte desierto y estepa (llanura inmensa, casi desierta) con escasos oasis, tiene un armazón rocoso con gran variedad de formas recortadas y caprichosas, en invierno se desencadenan formidables aguaceros. En el desierto el agua se encuentra a escasísima profundidad, a veces es limpia y más a menudo es salobre. Tan saldada que quema el pelo de los camellos y sin embargo la beben.
BEDUINOS
Las familias beduinas no pueden vivir aisladas, la dureza de la vida que soportan les obliga a formar comunidades y se sienten todos hermanos carnales y forman bloques frente a las demás tribus, y los conflictos con ellas son inevitables, pero no interviene ninguna autoridad.
Las veneradas costumbres de los antepasados son denominadas SUNNA, “el camino”. Son escasas pero realistas y férreas.
La famosa hospitalidad beduina concedida a la gente de paso es un seguro de vida, concederla para poder recibirla a su tiempo es interés de todos. A los tres días el huésped se marcha y apenas vuelve la espalda puede ser atacado y robado sin el menor escrúpulo.
El Amán “la seguridad” es la garantía de salvar la vida concedida a un extraño. Puede concederla una sola persona aunque sea una mujer y compromete a toda la tribu.
“La venganza”; el homicidio cometido por persona de distinta tribu se castiga con la muerte del homicida o de cualquiera de su tribu o se compensa con el “precio de la sangre”, calculado en camellos.
La tribu beduina es patriarcal no tiene poder coercitivo ni nombre de soberano. Antiguamente se llamaba “sajjid, el orador”, hoy se le llama “Sheikh, el viejo”. Su autoridad no es hereditaria sino que se conquista con las cualidades morales y las aptitudes prácticas: elocuencia, experiencia, paciencia, etc..
Antes del Islam, junto al jefe de la tribu árabe destacaban tres personajes importantes: el poeta, el adivino y el orador.
Orador.- Alardeaba de una lengua riquísima y de elocuencia brillante
Adivino.- Pronunciaba oráculos por inspiración de un ser sobrenatural “el gin”
MAHOMA
La vida de Mohamed (muy alabado) se divide en dos partes la vivida en la Meca como joven pregonero, vejado y boicoteado y los años en medina. El primer periodo es oscuro y legendario.
EL PAGANISMO ÁRABE ANTES DE MAHOMA
Los escritos de la antigua religión han sido despreciados y se han perdido. La poesía árabe pagana, ignora la vida futura. Sus premios y castigos y principalmente la inmortalidad del alma. Los ritos y prácticas de los árabes paganos que existen en muchas partes del mundo, son semejantes al
religiones paganas: tiro de piedrecitas como conjuro, vueltas procesionales alrededor del ídolo, carreras precipitadas de un lugar sagrado a otro.
Estos aspectos se conservan y constituyen uno de los ritos de la meca. El paganismo árabe es una religión utilitaria. Con ocasión de las visitas y peregrinaciones se celebraban junto al santuario ferias y mercados. Entre los pequeños centros religiosos de la Arabia Central, uno había dado origen a una pequeña ciudad a unos setenta kilómetros del mar rojo y a escasa altura del mar en un valle tórrido, angosto por estar encajonado entre dos hileras de negras colinas.
Así era la Meca, pero tenía un pozo llamado Zemzem y las caravanas pasaban por allí.
La época de su origen resulta oscura. Al parecer los Coreiscitas fueron una tribu de advenedizos (extranjeros, forasteros) eran la clase dominante de la  Meca.
A fines del siglo VI el santuario todavía no rodeado por el pórtico o galería rectangular con columnas era como lo es hoy en día, un modestísimo edificio de piedra. Su forma es más o menos cúbica y se denomina por lo tanto la Kaaba, “el cubo”. En uno de sus ángulos externos está adosado el ídolo, una piedra negra basáltica, un aerolito se sigue practicando el rito pagano de las siete vueltas en torno al templo.
La meca la nacer Mahoma se había convertido en el centro principal del Hedjaz.
MAHOMA VIDA
Pertenecía a una rama pobre y modesta de la tribu Coreiscita. Era huérfano y hay leyendas que rodean a la concepción de Mahoma con grandes prodigios. Los animales fueron dotados de palabra por unos instantes.
Mahoma se caso con Cadija, rica viuda conocedora de sus cualidades excepcionales. Tuvieron cuatro hijas históricamente comprobadas y uno o dos varones muertos en tierna edad. Cádiga contaba 50 años y Mahoma 25 pero tantos hijos demuestran que ella era más joven. La vocación de Mahoma llego en edad madura

Mensajes celestes
Solía retirarse en soledad a los montes cercanos a la meca donde creyó oír  voces misteriosas y hasta imagino ser perseguido por un espíritu maligno. Un día tuvo la primera revelación y comenzó “la bajada del Corán, el libro sagrado. Desde principios del siglo XX todos los escritores e historiadores serios no ponen en duda su buena fe, aparte de que es casi seguro que Mahoma fuera analfabeto por lo que su comparación con la biblia no se pudiera explicar.
Palabras del Corán
El Corán insiste en elevados preceptos morales, la caridad y la falta de bienes terrenales. En aquella época estos mensajes no fueron muy bien recibidos por los Coreiscitas ávidos y avaros insensibles. La comunidad llamémosla ya musulmana solo contaba con miembros de la familia.
Ali ibn Ali Talib que caso con Fátima hija del profeta y primo del mismo.
Zeid esclavo comprado por Cadija
También nobles y ricos mercaderes como Abu Bakr, Othman y Omar
 Árabes procedentes de Arabia
Musulmanes no son árabes pero aceptan a Mahoma
CARACTERÍSTICAS DEL CORÁN
El Corán no es un libro con prólogo o exordio. Descendió durante mas de veinte años, en capítulos más o menso extensos sin conexión alguna entre sí.
Los musulmanes lo recitan y meditan profundamente. Fue puesto por escrito muy pronto. Alrededor del año 650 se advirtió que en el mundo musulmán de tanta amplitud, circulaban Coranes no del todo idénticos, cosa inevitable dada la imperfección de la escritura árabe. El califa (sucesores de Mahoma) Otomán ordeno entonces redactar un texto oficial y es el que hay actualmente. El Corán se divide en 114 capítulos denominados Suras, cada sura se compone de versículos. La más breve

tiene tres versículos y la más larga 286. Se dividen los temas del Corán en preceptos, relatos, y advertencias
Advertencias la polémica con los paganos, con los judíos y los hipócritas y las exhortaciones a los musulmanes.
Con la muerte de Mahoma acabó el Corán sin que alcanzara un lógico fin. La suna de los musulmanes debía ser musulmana no pagana instaurada por el profeta.
El Profeta ha dicho: El Islam se funda en cinco pilares: la profesión de fe, la oración ritual, la limosna legal, el ayuno, y la peregrinación.
La oración ritual denominada Saláh doblarse, inclinarse, se cumplía en la Meca, antes de la hégira (cuando partió Mahoma de la Meca) tres veces al día. Más tarde se extendió, los detalles minuciosos acerca de las horas, palabras, y actitudes son atestiguados tan solo por el Hadith:
Ishá tarde muy avanzada; desde la desaparición del crepúsculo a las primeras luces del alba.
Subh mañana; desde las primeras luces del alba hasta que el sol comienza a nacer
Zuhr mediodía; desde el momento en que el sol alcanza su cenit hasta que la sombra de las cosas iguala su longitud.
Asr mediodía; desde el fin de la oración anterior hasta el comienzo del ocaso.
Maghirb ocaso; en cuanto el sol desaparece y durante todo el crepúsculo
Muecín el que invita
Adhán oración salmodiada


Mientras el muecín canta, el musulmán se pone en estado de pureza ritual con la ablución. Se lava las manos, se enjuaga la nariz y la boca, se lava el rostro, y los antebrazos hasta el codo. Y con la mano mojada se toca la cabeza y barba; luego se lava las orejas, el cuello, y los pies hasta el tobillo. En el desierto la ablución se hace con arena. Sus vestidos deben cubrirle al menos de la cintura a las rodillas, la cabeza permanece siempre cubierta. Durante la oración, la mujer solo deja al descubierto las manos y la cara. El lugar preferido para la oración es la mezquita, pero también se puede rezar en casa, al aire libre y en cualquier lugar limpio. Al aire libre es preciso aislarse del mundo, poniendo ante sí, en dirección a la meca un objeto (un bastón, una lanza).
LA LIMOSNA LEGAL
Es el tercer pilar del Islam
AYUNO DE RAMADÁN
Fue ordenado por el Corán en Medina en el año 2, tras desaparecer el ayuno de la ashura.
Se ayuna durante un mes, los enfermos o viajeros pueden posponerlo. Se permite en las noches del mes del ayuno acercarse a sus mujeres. “Bebed y comed hasta esa hora del alba en que distingáis un hilo blanco de un hilo negro, después cumplid con el ayuno hasta el anochecer”.
Los obligados al ayuno que lo quebrantan, lo rescatarán alimentando a un pobre, debe dar de comer a sesenta pobres, durante tantos días como lo quebrantó. O bien ayunar dos meses consecutivos.
Durante el Ramadán se recomienda una oración nocturna y la lectura completa del Corán. No se puede beber, comer o fumar, una trigésima parte por noche. Se recomienda no dormir de día y no comer más de lo habitual.
PEREGRINACIÓN A LA MECA
La peregrinación es obligatoria para todo musulmán al menos una vez en la vida.





Artículos Francesco Gabrieli
Como todas las grandes religiones de la humanidad, el islam parece sufrir hoy una crisis. Tras haber sido durante siglos, al igual que otras grandes creencias, una idea fuerza de la historia humana, parece haber perdido parte de su vigor, común denominador de un bloque de pueblos de razas y lenguas diversas; entre sus mitos e ideales destacan por un lado la estirpe, la lengua y la nación, y por otro la justicia social y la lucha de clases. La impresión inicial de debilitamiento se contradice por realidades concretas: por ejemplo la escisión del subcontinente indio en dos estados rivales, cuyos contrastes y conflictos forman parte de la actualidad contemporánea, encuentra su raíz primitiva en el factor religioso, en la islamización de la India que ha creado una conciencia distinta en parte de ese inmenso país y ha plasmado una fisonomía propia con derroteros distintos a los del resto de la patria común.
Tras señalar con suma discreción la subvención de valores que a primera vista ofrece el islam de nuestra época hay que destacar el grandioso fenómeno de más de cuatrocientos millones que todavía profesan y muchos la viven realmente, en esta fe encuentran guía y consuelo y reconocen en su tradición la raíz de su dignidad y vida, del África occidental a Indonesia y a China. La formula árabe del monoteísmo islámico (no hay mas dios que Alá y Mahoma su profeta) es aún capaz de hacer latir los corazones, encauzar las acciones, las pasiones y los sacrificios de los hombres, crear en suma una nueva historia como el citado ejemplo de Pakistán.
Para quien ha nacido y se ha educado en la tradición cristiana y occidental resulta harto difícil hacer justicia a los valores del Islam y lograr esa comprensión que constituye la primordial condición de todo juicio justo y equitativo. No resulta fácil precisamente por la relativa proximidad y dependencia que acerca la fe monoteísta del islam, el Corán, es demasiado arduo para quien se ha formado en los textos clásicos y cristianos, y sin embargo constituye la clave indispensable para penetrar en la espiritualidad y en la mentalidad de toda la civilización musulmana de la Edad Media.
A un cristiano del Medievo y quizá también a uno de la Edad moderna, podrá parecerle el Corán y el Islam como una deformación y hasta una involuntaria caricatura del cristianismo y si compara la figura de su fundador árabe con la divina de Jesucristo sentirá verdadero estupor. Solo la comprensión paciente y concienzuda de los tiempos, lugares y modos en los que nace el islam, de los problemas que se plantearon y que trató de resolver, de las grandes figuras históricas en que se encarnó y ante todo la de su iniciador, puede remover lentamente los prejuicios negativos para llegar a apreciar en su justo valor lo que la palabra de Mahoma (el innoble heresiarca ,autor de una herejía, de nuestra leyenda medieval) ha representado realmente en la historia del mundo.
Otra dificultad y no baladí es de orden práctico más que ideológico. Los triunfadores progresos del Islam en el pasado han sido conseguidos en buena parte a costa de la fe cristiana, y su concepto de la difusión de la doctrina islámica por la fuerza de las armas-la guerra santa- le ha impulsado a un duelo secular con occidente que ha culminado en la expansión del imperio otomano. Durante siglos el islam ha sido el enemigo por excelencia del mundo cristiano.  Este encono ha deformado en ambas partes la visión de la religión contra la que luchaba. Esta obra pretende salvar la barrera infranqueable que durante siglos levantó la rivalidad política apoyada en la deformación ideológica.

Trasladémonos por un instante a la Arabia del siglo VII. Una tierra inhóspita y escuálida. Quemada por el sol, sombreada por escasos oasis donde vagabundean dedicados al pastoreo y al pillaje unas tribus nómadas, refractarias (rebeldes) a toda organización política y social. Un par de centros urbanos dedicados al comercio, a la agricultura, y a un artesanado primitivo. Un tosco politeísmo o poli demonismo, carente de toda espiritualidad, que se refleja en una poesía trabajada y estilizadaHasta entonces la gran historia ha dejado aparte a la península árabe, que roma apenas ha vislumbrado, y toda el Asia Anterior está empeñada en el duelo que se forma entre Bizancio, heredera de Roma y su antigua rival, la Persia de los Sasánidas.
El cristianismo, vencedor desde apenas tres siglos, ha cruzado los confines del Imperio romano bizantino y se ha asomado a Arabia, al par que el judaísmo: pero una y otra fe no han llegado aquí en su verdadera herencia y esencia, ni han aportado al desierto su jugo fecundo, sino que del judaísmo muestra un formalismo talmúdico y del cristianismo un modesto monaquismo (profesión de monje) y las ramificaciones de sectas y herejías oscuras. Y sin embargo ambas religiones contribuyen a alimentar la inquietud y la crisis íntima de su espíritu meditabundo nacido en el corazón de Arabia, que insatisfecho del politeísmo patrio busca su camino y lo encuentra en la resulta y apasionada proclamación del más rígido monoteísmo.
La gran aventura de la vida y de la obra de Mahoma queda relatada aquí a su debido tiempo; pero sin duda continua en la gran aventura de todo su pueblo, que unificado y convertido en portador y depositario de una palabra vital, de un mensaje universal, se desborda inmediatamente después de la desaparición del profeta y parte desde el desierto patrio para lanzarse como un simún (viento abrasador que suele soplar en los desiertos de África y Arabia) contra los grandes estados limítrofes.  Uno de estos, Persia, sucumbe perdiendo la independencia política y su religión nacional, otro Bizancio, vacila y abandona a los árabes invasores algunas de sus mejores provincias, comenzando por Palestina cuna del Cristianismo, y luego Siria, Egipto y todo el norte de África romana y cristiana hasta entonces.
Cien años después de la muerte de Mahoma los árabes han llevado el Islam a punta de lanza hasta el Atlántico y los Pirineos, por un lado, y hasta las estepas del Asia Central por el otro. La más reciente historiografía nos descubre que estas grandes conquistas apuntaron más a una hegemonía árabe-islámica que a la difusión de la nueva fe. La rápida islamización, aunque no tan fulminante como algunos pretenden, de tan



vastos territorios conquistados cambio durante siglos hasta la actualidad la fisonomía política y religiosa, lingüística y social del Asia anterior y de buena parte de la cuenca mediterránea.
Pero ¿Cuál fue el secreto de tan grandioso fenómeno? Aparte de las múltiples razones políticas, sociales y culturales ya mencionadas, hay un hecho fundamental de orden intelectual: la sencillez y penetrabilidad de la fe de Mahoma entre las masas, ajenas a las disputas teológicas y a las sutilezas ideológicas tan frecuentes entre los cristianos bizantinos y orientales. Todos los países de Asia y de África adonde se ha asomado el Islam en el transcurso de trece siglos han quedado señalados por su huella de modo durable; solo la vieja Europa, atacada e islamizada en su periferia (España, Sicilia, Los Balcanes) ha tenido la fuerza de resistir tenazmente hasta expulsar casi totalmente al islam de sus fronteras.

Desde el punto de vista medieval este triunfo del islam va unido a la dolorosa herida y mutilación inferida al cristianismo con la perdida de territorios queridos y gloriosos en la historia de sus orígenes y el extravío religioso de pueblos cristianizados desde los tiempos apostólicos. Hoy se prefiere insistir en las analogías y los contrastes de ambas creencias y en primer lugar en el “monoteísmo abrahámico”, remontándose al patriarca común Abraham, común denominador de las dos fes y de su raíz el judaísmo.
Si el fundador del islam fue un semianalfabeto obsesionado por su misión religiosa y ajena a los intereses científicos y culturales, muy pronto los hados pusieron en contacto al Islam con países y ambientes de alta cultura en su doble corriente oriental y helenística. La sencilla fe mahometana y la rica herencia del antiguo oriente y del helenismo dieron origen a la gran cultura y civilización islámica, que rivalizó con occidente y hacia el año mil le supero en fervor intelectual, pujanza científica y refinamiento en el arte y en la vida.
Al islam medieval debemos la conservación de parte de la más preciosa herencia clásica, sobre todo filosofía y científica y ésta ha sido su contribución imperecedera al patrimonio de la civilización humana.
Durante los siglos XI y XII toda Europa busco en la España árabe los tesoros de la ciencia antigua y musulmana. Los actuales enemigos del islam son el agnosticismo y el deísmo confesional que se niega a aceptar el aparato dogmático y el totalitarismo teológico y ritual, jurídico y social, tan característico de la fe islámica. Pero a pesar de estos peligros la vitalidad de esta vieja fe le garantiza larga vida en el futuro y no excluye su reviviscencia del letargo de los siglos recientes que volverá a hacerla digna de su más ilustre pasado.                     










ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA CRISIS DE 1929
Un mes antes del crac de la bolsa de Nueva  York, el presidente del Stock-Exchange rebosaba de optimismo; se han acabado los ciclos económicos tal y como los hemos conocido. Sin embargo, los primeros síntomas de malestar surgieron en Wall Street a partir del 18 de Octubre, anunciando el cambio de tendencia en la cotización de los valores bursátiles.
El pánico estalló el 24 de octubre; 13 millones de títulos buscaban insistentemente comprador; el 29 eran ya 16 millones.  Por término medio, los títulos cotizados en la bolsa neoyorkina perdieron el 20 por 100 de su valor durante el mes de octubre y un 50 por 100 en noviembre. Así comenzaba una larga etapa de estancamiento económico a escala mundial; su máxima inflexión se situó en torno a 1933 aproximadamente y actuó de detonante de las convulsiones políticas de la época.
La crisis de 1929 fue algo mucho más profunda que el mero hundimiento de esa ciudad financiera, aparentemente tan sólida, instalada en Wall Street. Comprender el significado de 1929, la profundidad del estancamiento derivado de la crisis, las consecuencias de la misma y su internacionalización, exige rastrear los antecedentes del desastre  y poner en cuestión la universalización de la expansión económica de los felices años veinte.
Interrogantes.
Por otro lado es preciso plantearse la esencia de la crisis:
¿Fue una crisis de superproducción?
¿Se debió únicamente a fenómenos monetarios? Tal como mantiene Milton Friedman.
¿1929 significó el derrumbamiento de un modelo de acumulación o simplemente la quiebra de una determinada política económica incapaz de asegurar las elevadas tasas de crecimiento que el sistema económico requería?
Demasiados interrogantes objeto de un debate todavía no concluido.
En primer lugar es preciso situar en sus coordenadas reales el auge económico de los años veinte, tratar de limitarlo en el tiempo y sobre todo en el espacio. Nos apresuramos a señalar que la expansión económica fue un producto prácticamente restringido a los Estados Unidos, que superan sus mayores problemas: las crisis de los años inmediatamente posteriores a la primera guerra mundial, confirmando su posición hegemónica mundial.
La situación fue muy distinta para el resto de los países industrializados, donde la expansión de la década de los veinte llegó tardíamente o de forma marginal. Tal es el caso del Reino Unido, que difícilmente aceptó la perdida de la hegemonía adquirida durante el siglo XIX. El estancamiento económico británico estaba determinado por el envejecimiento del utillaje industrial, por la obsoleta de la oferta incapaz de competir en los mercados exteriores con países técnicamente más agresivos, y sobre todo, por la resistencia de la city a perder su control de las finanzas mundiales.
En otras palabras, Gran Bretaña había sacrificado su aprobación interior al mantenimiento de una libra fuerte que pudiera competir con el dólar. Postura lógica cuyos primeros síntoma se vislumbraron a finales del siglo XIX, cuando Gran Bretaña, ante la competencia industrial de Alemania o Estados Unidos, reforzó la exportación de capitales. Este intento, a la larga frustrado, de reconquistar el terreno perdido trajo consigo la sobrevaluación de la libra y el incremento adicional del precio de las exportaciones, que con respecto a 1913 aumentó en un 62 por 100, a la par que el volumen de estas exportaciones en 1927-29 era un 15 por 100 inferior al de 1913. De hecho, en defensa de la libra, la City impuso una política deflacionista y la consiguiente infrautilización del aparato industrial con unas tasas de paro superiores por término medio a las de otras economías industrializadas. Tampoco cabe hablar de unas tasas de crecimiento similares a las norteamericanas en Francia, Alemania, Italia, Europa Danubiana o en las economías dependientes.
En Francia, la recuperación económica de posguerra estuvo lastrada por la inestabilidad del franco, que difícilmente podía recuperar la paridad de 1914 ante la enorme magnitud de la deuda pública, los movimientos especulativos que persiguen beneficios a corto plazo, la vana esperanza en el pago de las reparaciones alemanas. Hubo que esperar la definitiva estabilización del franco Poincaré es en 1928 para observar un normal funcionamiento de la economía francesa.
 (Esta moneda ningún país la tiene como de curso legal, se traduce a una cierta cantidad de oro fino, esta moneda convencional es universal y no actualizable  pues se fijo un patrón  común que mantuviera su valor a través del tiempo) En Alemania después de la hiperinflación culminada en 1923, el aparato industrial recupero las tasas de crecimiento de la anteguerra en 1926, al igual que en la Europa danubiana.
En Italia la batalla de la lira al sobrevalorar el valor, tampoco favoreció el despegue industrial. En España el esquema intervencionista de la dictadura de Primo de Rivera, basado en la financiación de obras públicas como ariete expansionista, se hizo inviable a medio plazo por la ausencia de una reforma fiscal que ensanchara las disponibilidades del Estado.
En las economías dependientes, el incremento de las exportaciones se debió sobre todo al aumento de las inversiones extranjeras. No olvidemos que durante los felices años veinte se agudizó la expansión de Estados Unidos en Latinoamérica, entrando en colisión con los intereses británicos allí instalados desde el siglo anterior. Ya en 1925 más de 75 por 100 de las transacciones comerciales latinoamericanas se reglamentaban en Nueva York. En 1929, el 38,7 por 100 de las ventas de América Latina se dirigían a Estados Unidos y un 34 por 100 de sus compras procedían del mismo país.
Síntomas de inestabilidad
Pero no basta con señalar las limitaciones geográficas de la expansión económica. Conviene asimismo indicar los síntomas de inestabilidad a lo largo de los años veinte, que aparecen como fisuras anunciadoras de la crisis.
Este cambio de tendencia se observa a partir del final de la guerra, sobre todo en los Estados Unidos. La Quota Acts de 1921 y la Inmigration Restriction Act  de 1924 establecieron cupos restringiendo el número de Inmigrantes a 162.000 personas por año.
Estas limitaciones perjudicaron a los  países carentes de un andamiaje colonial; la respuesta británica se encamino a favorecer el desarrollo del Imperio a través de la redistribución en el área colonial de los sobrantes de población existentes en la metrópoli, según proyectaba la Empire Settlement Act, de 1992.
El intento concluyo en relativo fracaso. Únicamente 400.000 emigrantes se instalaron en Australia y Nueva Zelanda entre 1922 y 1931.


En las economías dependientes, el incremento de las exportaciones se debió sobre todo al aumento de las inversiones extranjeras. No olvidemos que durante los felices años veinte se agudizó la expansión de Estados Unidos en Latinoamérica, entrando en colisión con los intereses británicos allí instalados desde el siglo anterior. Ya en 1925 más de 75 por 100 de las transacciones comerciales latinoamericanas se reglamentaban en Nueva York. En 1929, el 38,7 por 100 de las ventas de América Latina se dirigían a Estados Unidos y un 34 por 100 de sus compras procedían del mismo país.
Síntomas de inestabilidad
Pero no basta con señalar las limitaciones geográficas de la expansión económica. Conviene asimismo indicar los síntomas de inestabilidad a lo largo de los años veinte, que aparecen como fisuras anunciadoras de la crisis.
Este cambio de tendencia se observa a partir del final de la guerra, sobre todo en los Estados Unidos. La Quota Acts de 1921 y la Inmigration Restriction Act  de 1924 establecieron cupos restringiendo el número de Inmigrantes a 162.000 personas por año.

Estas limitaciones perjudicaron a los  países carentes de un andamiaje colonial; la respuesta británica se encamino a favorecer el desarrollo del Imperio a través de la redistribución en el área colonial de los sobrantes de población existentes en la metrópoli, según proyectaba la Empire Settlement Act, de 1992.
El intento concluyo en relativo fracaso. Únicamente 400.000 emigrantes se instalaron en Australia y Nueva Zelanda entre 1922 y 1931.

Esta ruptura de las corrientes tradicionales de emigración coadyuvó a ensanchar el desfase entre crecimiento económico e incremento demográfico, perfilando tensiones de sobreproducción, sobre todo en los capitalismos menos desarrollados.
La vigencia del nacionalismo económico, herencia del viraje proteccionista de fines del siglo XIX acentuado durante la primera guerra mundial, encenagó los circuitos comerciales internacionales dibujando un contexto incompatible con la expansión económica a largo plazo. Los progresos de las posturas proteccionistas fueron generales pero hay que hacer especial hincapié en los casos británico y norteamericano.
En Gran Bretaña, la ley de salvaguarda de las industrias y la ley de importación, aprobadas en 1921, organizaron una tupida red proteccionista para determinados sectores de la industria nacional en un país que históricamente había sido la cuna del librecambio.
En Estados Unidos, la puesta en vigor de una tarifa Fordney –McCumber en 1922 aumentó los derechos arancelarios hasta una de las cotas más altas de la reciente historia norteamericana. Se trataba de una ley que resultaba en gran medida incompatible-escribe Kenwood-con el nuevo papel de Estados Unidos como gran país prestamista del mundo, puesto que las tarifas elevadas hacían difícil para los países deudores obtener los dólares necesarios para el pago de los intereses de los préstamos norteamericanos y para su devolución, por la escasez de oro.
El avance proteccionista amenazaba con esa especie de triangulación comercial Europa-Estados Unidos-Aéreas coloniales, condición necesaria para el buen funcionamiento del mercado mundial. La conferencia Económica Mundial de  1927 planteó, sin resultados duraderos la necesidad de  un recorte en el proteccionismo y del fin de las limitaciones cuantitativas comerciales.

La superproducción ¿un mito?
Para Nogaro, la sobreproducción es la clave explicativa de la crisis del 1929 y para Nére, no deja de ser un mito, a priori ideológico imposible de comprobar empíricamente. Y es que basta aludir a la sobreproducción para que surja la polémica de inmediato; se trata de un concepto idealizado, mal comprendido y quizá, empleado de forma apresurada en muchas ocasiones.
La teoría económica marxista centra su análisis de las grandes crisis del capitalismo en la sobreproducción: el desfase entre producción y realización del producto y entre los departamentos I y II del modelo de acumulación ampliada. La escuela neoclásica difícilmente acepta una teoría que invalida el automatismo del mercado.



Pero hasta qué punto la sobreproducción incide en la crisis de 1929 en esta dirección la elaboración más rigurosa procede de Nogaro. La producción, globalmente considerada, ha superado, sobre todo a partir de 1925, una distribución sumamente desigual de la renta, el contexto se agrava por el mantenimiento de precios de monopolio gracias a los acuerdos internacionales tipo cartel que unifican los precios y reparten mercados  provocando una acumulación de stocks sin vender. Sobre este esquema actúa la crisis financiera que al dislocar los acuerdos provoca desajustes que desembocan en una brusca afluencia de stocks al  mercado y la consiguiente caída inmediata a los precios.
Para Jean Bouvier, las tensiones de sobreproducción arrancan del desfase pronunciado entre unos precios agrícolas  cuyo aumento es menos rápido que el de los productos manufacturados, disminuyendo la capacidad de compra del sector agrario. Por otra parte, la existencia de elevadas tasas de paro en determinados países también restringe la capacidad de consumo.
Los datos estadísticos permiten centrar el debate. Que la renta estaba desigualmente repartida a la altura de los años veinte es una realidad incuestionable. El mismo Galbraith ha señalado, con respecto a los Estados Unidos, que solamente el 5 por 100 de la población recibió la tercera parte de toda la renta personal de la nación, conformando una economía asentada sobre un alto nivel de inversión y un alto nivel de consumo suntuario. En el resto de las  economías industrializadas, el esquema de distribución de la renta ofrece las mismas características, quizá más acusadas en el caso alemán. Y a nadie escapa la contradicción insalvable entre un desigual reparto de la renta y el mantenimiento de unas tasas altas de crecimiento basado en la constante ampliación de la demanda.
La sobreproducción estaba latente en los Estados Unidos a partir de 1925 conforme las economías europeas se reconstruían y las producciones agrarias e industriales alcanzaban los niveles anteriores a la Primera Guerra Mundial. Fue en el sector agrario el más perjudicado con los primeros stocks invendidos y la lenta caída de los precios. La buena cosecha de 1928 agudizó la situación en lo que a precios se refiere: el índice de precios agrarios pasó de 147 en 1925 a 138 en la antesala del crac.
A escala mundial, la acumulación de stocks a partir de 1927 resultaba evidente: en el caso del trigo, los 69,5 millones de quintales al final de la campaña de 1927 se elevaron a 85,5 millones en 1928 y a 140 millones en 1929. Los stocks de azúcar evaluados en 1,6 millones de toneladas en 1925 sufrieron una evolución similar: 2,6 millones en 1926 y 2,8 millones en 1929.
El conjunto puede afirmarse que la reconstrucción de las economías europeas, el avance industrial de algunos dominios del Imperio Británico, el incremento de la producción de las economías dependientes en el plano del monocultivo y la expansión norteamericana dispararon la producción mundial por encima de los niveles sociales de absorción de la época.
El marasmo monetario.
Probablemente sea Alemania el ejemplo químicamente más puro de sobreproducción. El desigual reparto de la renta se combino con el crecimiento acelerado a partir de 1926, con la persistencia de un paro tecnológico- evaluado en 1929 antes del crac en 2.200.000 trabajadores- a la par que el desfase entre el sector de bienes de producción y el de bienes de consumo se hacía más patente. Y todo ello sin que Alemania poseyera un mercado colonial.
Hacia el precipicio
El frio invierno neoyorquino de 1928 congeló un tanto los bríos especulativos de Wall Street, pero a la llegada de la primavera estalló la fiebre. En Marzo, la bolsa subió 25 enteros. ¿Habían repartido dividendos fabulosos las empresas de cabecera? Nada de nada. Lo que sí hubo en aquella ocasión fue muchos pronósticos altamente optimistas de personajes muy bien colocados en el mundo de la industria y de la agricultura.  Tales opiniones resultaron proféticas para los inversores, tanto que comentaristas de las crisis de 1929 han creído ver en ellas un movimiento concreto para seguir hinchando el globo bursátil. Pero no era un alza sostenida, como dicen los técnicos, sino un avance a saltos, con tremendos ascensos y retrocesos dramáticos como el del 12 de junio, día memorable porque se supero la increíble cifra de los cinco millones de títulos negociados en una sola jornada, tal montaña de papel  no pudo ser asimilada por el indicador de la marcha de los valores, que ese día concluyó de dar datos dos horas después de terminada la sesión. Ese día bajo la bolsa y algunos valores lo hicieron estrepitosamente. Centenares de especuladores se enteraron de su ruina al poco de cerrarse la contratación.
Los norteamericanos deberían acostumbrarse pronto a estas cosas. El record de contratación sería rebasado muchas veces en los meses siguientes
El miedo y los intereses
El globo de Wall street estaba tan hinchado que la mayoría de los economistas sensatos se alarmaron. Su preocupación aumentó cuando la especulación del mes de enero de 1929 subió en 30 puntos más el índice medio de la bolsa.
Había que hacer algo, pero el problema era ¿Cómo? A muchos de los que hubieran podido frenar el alza, no les interesaba hacerlo, pues se contaban entre los especuladores más notables como Albert H. Wiggin, presidente del Chase National Bank, Charles E. Mitchell, presidente del Nacional City Bank y uno de los directores del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
Otros hubieran deseado desinflar el globo, pero les aterraba la idea de crear un estado de pánico y ser los chivos expiatorios del consiguiente colapso bursátil.
Pánico en Wall Street
Después de predecir que la bolsa podría perder 60 o incluso 80 enteros, Babson pintó un panorama sobrecogedor: las fábricas cerrarán sus puertas (…) los hombres serán despedidos de sus puestos de trabajo (…) el círculo vicioso alcanzará su apogeo y el resultado final será una grave depresión de la actividad económica.
Babxon cosechó burlas y amenazas porque en las jornadas siguientes la bolsa recuperó el pulso y volvió a cifras alcistas. Pero fue un espejismo. En adelante y todo el mes de Septiembre, Wall Street camino a saltos, retrocediendo y ganando aunque con un descenso en la curva del gráfico bursátil.
Lo mismo ocurre en las primeras semanas de octubre. La cifra de contratación era baja y el mercado mostraba un gran desánimo: ni había dinero fresco ni incentivos de grandes ganancias. En el ánimo de los especuladores comenzó a crecer el miedo, aunque de forma poco definida.
Para quién supo verlo unos pocos centenares de afortunados el crac comenzó el viernes 18 de Octubre; ese día el índice descendió 7 puntos. Fue un trueno amenazador-como tantos otros en anteriores ocasiones –que esta vez anunciaba una tormenta apocalíptica. El sábado 19 de  Octubre, el índice volvió a retroceder y en este caso lo hizo en 12 puntos.
Aunque la prensa dominical se mostró en general bastante optimista sobre la crisis, muchos inversores decidieron cerrar su aventura especulativa: el lunes por la mañana irían a la bolsa, venderían sus acciones con una ganancia interesante y a vivir que son dos días… pero como muchos pensaron lo mismo, el lunes se negociaron más de 6 millones de títulos, con un tremendo retraso del ticker, que destrozó los nervios de los inversores.
Aunque allí pudo iniciarse el cataclismo, al final se freno entre otras cosas, porque surgió un fenómeno tan absurdo como maravilloso: muchos trust de inversión, algunos bancos, ricos especuladores estaban convencidos de la taumaturgia bursátil que metían grandes cantidades de dólares para frenar la caída, sin darse cuenta de que estaban poniendo puñados de arena ante las olas del mar. Pero gracias a estas inyecciones de dinero. A estos avispados hombres de negocios que se estafaban así mismos, el descenso de esa jornada bursátil fue pequeño y el martes hubo una sesión que incluso dio algún beneficio.
Mas aquello fue una ilusión J. Nere escribe: en la última semana de octubre estalló un auténtico trueno; una caída vertiginosa de las cotizaciones con dos jornadas de verdadero pánico donde las cifras de negocios batieron todos los records: el 24 donde cerca de 13 millones de títulos fueron vendidos y el 29, sobre todo, cuando se vendieron 16,5 millones de títulos y el índice de valores industriales de the New York Times. En el desplome de aquel día se ha calculado que se volatilizó tanto dinero como el gastado por Washington en la Primera Guerra Mundial.
Gran parte de la inmensa suma ya había sido convertida en mansiones, automóviles, joyas, pieles, etcétera, por los especuladores en los días dorados del alza. El despertar sería espantoso para más de un millón de familias norteamericanas.
Una de las estampas más dramáticas en la bolsa de Nueva York o en las dependencias de los corredores de bolsa o en las oficinas de los trust de inversiones eran aquellos hombres pálidos, con barba de dos días, ojos febriles, caras desencajadas, trajes arrugados, gestos ausentes que estaban allí, sentados en aquellos bancos, siguiendo sin ver la marcha del ticker que ya en nada podía modificar su negra suerte porque a esas joras lo habían perdido todo y seguían allí sin moverse, porque aquella había sido su ocupación durante años. Pero ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha ocurrido? Este era el interrogante que devanaban aquellos cerebros desesperados.  Galbraith da una respuesta contundente: “El derrumbe del mercado de valores en Otoño del 29 estaba implícito en la especulación que le precedió”. Lo único cuestionable en relación con esa especulación era el tiempo que duraría. En algún momento, más pronto o más tarde, comenzaría a debilitarse la confianza en la precaria realidad del valor siempre creciente de las acciones ordinarias. Cuando esto sucediese, algunas personas empezarían a vender y esta acción destruiría la realidad de los valores en alza. En estas circunstancias, no tendría ya sentido la tenencia de títulos en espera de un alza de su valor; la nueva realidad traería consigo precios decrecientes. A continuación se produciría una atropellada carrera para deshacerse de los títulos. Así habían terminado todas las orgias especulativas anteriores. Así termino la del 29 y así terminaran las que se desarrollen en el futuro.
Tras el colapso del martes negro, ocurrió algo insólito, el miércoles 30 subió la bolsa 31 puntos y el jueves 31 subió 21 puntos. Aun no se ha explicado este fenómeno, aunque pudo suceder que quienes jugaron a la baja en las jornadas anteriores recuperaran títulos esos días. La subida fue un espejismo pero sirvió para calmar los ánimos y cerrar la bolsa durante los días 1, 2,3 de noviembre.
La terrible realidad del crac volvió a hacerse patente el lunes 4 de noviembre, con un retroceso de 22 puntos y el miércoles con una caída de 37 enteros, con altibajos con periodos de un cierto optimismo o de situación sostenida, la bolsa no dejo de bajar hasta el 8 de junio de 1932, en que el índice de The Times marcó 58,46 puntos.
LAS CONSECUENCIAS
La prensa sensacionalista de aquellos días indujo a creer que una ola de suicidios podaba el árbol financiero de los Estados Unidos. Los arruinados magnates de la bolsa hacían cola para alquilar habitaciones en los pisos altos de los hoteles, desde donde arrojarse al vacío. Era peligroso transitar por determinadas zonas de la ciudad a causa de los especuladores que caían del cielo como las hojas amarillas arrancadas por el viento otoñal.
No ocurrió tanta profusión, pero sí se produjeron algunos suicidios que alimentaron la leyenda. El martes 30 de octubre se extrajo del río Hudson, en Nueva York, el cadáver de un corredor de bolsa, en sus ropas se hallaron 9,49 dólares y varias peticiones de crédito. En días posteriores  al martes negro se produjeron una serie de suicidios. Algunos eran modestos jugadores que perdieron hasta las cejas y eran perseguidos por los prestamistas. Sus nombres quedaron en el olvido, pero otros fueron potentados, cuyo suicidio desencadeno ríos de tinta. Así el presidente de la Roschester Gas and Electric Company, que se enveneno con gas, o J.J. Biordan consejero de importantes entidades financieras y presidente de la County Trust Company, que se descerrajo un tiro en la cabeza el viernes 8 de noviembre, su muerte se oculto a la opinión pública hasta el cierre bancario del sábado para evitar una ola de pánico entre los impositores.
Otro suicidio célebre fue el de Ivar Kreuger, uno de los financieros más importantes de Estados Unidos, que esperó para oprimir el gatillo hasta el sábado 12 de marzo del 32. Conocido como el rey de las cerillas, llego a monopolizar la fabricación de más de la mitad de fósforos del mundo. A su muerte se descubrió una de las mayores estafas de la historia a causa de la especulación en el mercado de capitales.
Estos casos tan sonados crearon la leyenda de los suicidas en masa, sin embargo Galbraigth, en su obra “El Crac” demuestra que la cifra de suicidios en Nueva York y en todo el territorio norteamericano fue mayor en el verano del 29,  cuando los  negocios iban viento en popa, que en el otoño, cuando aconteció el crac.